Más de La Tendedera de Holguín

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Una amiga de la Universidad escribió sobre nuestra Tendedera, no la de los Joven Club, sino la de la Uho, que fue la primera. Ojalá lo reconozcan pronto.
No es totalmente igual, pero el nombre es el mismo, la tipografía parecida y ambas incluyen eso que en Holguín llaman palillo y en Granma mordaza; algunos le dicen palito o presilla. Hoy vi la portada de La Tendedera de los Joven Club, y me molesté un poco. Si quieren, le podemos enseñar las pruebas de que está surgió primero.

Por Sailis Quesada

Criticar, alentar, regañar, asustarnos… múltiples son los propósitos, el hecho es que los profes de la Universidad de Holguín, unos por actualizarse, otros casi obligados por sus cargos, consultan este espacio y dejan sus comentarios como prueba de ello.

La Tendedera se ha convertido en un centro de atención. Creo que muy pronto trascendió el ser un ejercicio o un entretenimiento de estudiantes de periodismo en el que Edilberto, Daniel y Yasel han aliviado sus “terribles ganas de hablar” como celebraba una de mis amigas cuasi-ingenieras.

Por supuesto, ideado por estudiantes de periodismo, tienen que notarse sus inquietudes, pero los temas tratados aquí atañen a todos. Estudiantes, profesores, bedeles nadie escapa a los cometarios incisivos pero siempre con la intención de construir una mejor universidad, de llamar la atención sobre problemas, a los que muchas veces, por cotidianos, nos acostumbramos.

No se busca crear caos, como de forma injusta y poco inteligente acusan algunos, ni existe empeño en ir contra todo lo establecido. Quizás mi visión resulte apologética, pero estas publicaciones que constituyen La tendedera me parecen un intento fundador de ir contra la psicología del cordero en la que nos han educado, a los universitarios y a la prensa cubana.

Se necesitaba un espacio de diálogo sin restricciones, al menos sin tantas restricciones, en el que los alumnos, para quienes siempre es más difícil hacerse escuchar, se expresaran.

Es bueno ver que nuestros profes están al tanto de nosotros que, ya sea por curiosear o para controlarnos, buscan nuestras opiniones y responden. Intentamos que fluya la comunicación intergeneracional. No es un mito, los jóvenes somos poco escuchados.

Los nuevos tenemos muchas cosas interesantes que decir y los de más edad deben, necesitan escucharnos.