Que la belleza y el arte nos acompañen siempre -Palabras de Yasel Toledo Garnache

Yasel Toledo Garnache habla en acto por el Día de los Trabajadores de la Cultura.

Por Yasel Toledo Garnache

Durante los días más recientes he vuelto una y otra vez a los versos de Raúl Gómez García, a su ejemplo de vida, a su obra como periodista en publicaciones estudiantiles y emisora de radio.

Hemos imaginado al niño huérfano de padre con apenas ocho años de edad, al adolescente amante del deporte y la filosofía. En la mente ha estado, además, el joven pintor de viviendas, el oficinista y también el escritor revolucionario, que se inspiraba en Martí y que en 1953 formó parte de esa vanguardia que asaltó el Cuartel Moncada, con el afán de conquistar un sueño a favor de todo un pueblo. Hay mucha poesía en el valor, en la disposición para servir a otros, en el amor a Cuba.

Cuentan que el 24 de julio se despidió de su madre, diciéndole que no volvería esa noche a dormir a casa. Seguramente ninguno de los dos imaginó que ese sería el último encuentro entre ambos, el último abrazo, el último beso.

Bastante conocido es su poema ¡Ya estamos en combate!, cuyos versos pronunció en la madrugada del 26 de Julio en la Granjita Siboney, antes de que él y sus compañeros salieran al encuentro de las balas.

Luego, los disparos, las torturas y el asesinato. Las últimas palabras escritas por este creador no forman parte de una obra literaria, aunque sí de la poesía hermosa de su vida: “Caí preso, tu hijo”, redactó en un mensaje para su madre.

Este 14 de diciembre aquel joven valeroso cumpliría 95 años de edad. Para los trabajadores de la Cultura deberá ser siempre un orgullo celebrar nuestro día justamente en la fecha del cumpleaños del Poeta de la Generación del Centenario, de ese hijo amoroso, de ese cubano desafiante y cultivador de la belleza.

Al leer los versos de Raúl Gómez García y adentrarnos en su vida, nos resulta inevitable pensar también en Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, los dos jóvenes poetas que inspiraron el nombre de la Asociación Hermanos Saíz, nuestra querida AHS, dos muchachos que integraron también el Movimiento 26 de Julio y que fueron asesinados el 13 de agosto de 1957, cuando apenas tenían 18 y 17 años de edad, respectivamente.

Luis y Sergio eran también admiradores de José Martí y seguidores de Fidel. Antes de su muerte también se despidieron de la madre, a quien le dijeron que algún día se sentiría orgullosa de ellos. Ella fregaba en la cocina de la vivienda cuando los dos jóvenes salieron, y poco después escuchó los disparos. “Me mataron a los muchachos” fue lo primero que pensó, según narró en varias ocasiones. Y sí, allí, frente al cine del pueblo, fueron baleados los dos hermanos, uno defendiendo al otro.

De todo eso venimos, de ese heroísmo y de la poesía más allá de las palabras. Venimos de la belleza de las acciones y el amor a Cuba, que siempre nos inspirará.

Algunos participantes en el acto por el Día de los Trabajadores de la Cultura, Ministerio de Cultura de Cuba.

Los trabajadores de la Cultura y nuestro Sindicato tenemos el desafío de ser consecuentes con lo mejor de nuestra historia artística y patriótica, lo que nos confiere una responsabilidad enorme con el presente, con nuestros antepasados, con nosotros mismos y, sobre todo, con nuestra moral de cubanos, una responsabilidad enorme con el futuro y el país mejor que todos deseamos seguir construyendo, conscientes de que la cultura resulta esencial como alma de nuestro pueblo y baluarte indispensable para lograr aparentes utopías.

La pasividad, el caminar con los ojos cerrados, el preferir el silencio antes que señalar un problema no son alternativas, tenemos que ser protagonistas, Quijotes de este tiempo si fuese necesario. Debemos aprovechar siempre al Sindicato para ser más fuertes, más unidos, para utilizar la inteligencia colectiva en favor de las mayorías, para motivar más a nuestros colectivos, para impulsar la creatividad.

Desde el Sindicato y la CTC podemos contribuir a que las instituciones de la Cultura sean cada vez más espacios para innovar, sitios para soñar y sentirnos bien, para ser todos artistas, aunque la función de algunos sea apoyar e impulsar la obra de quienes cantan, actúan, bailan, realizan películas, pintan o escriben.

El Sindicato nos puede ayudar a que los centros relacionados con el arte sean distintos siempre, en cuanto a las maneras de funcionar, el sentido de pertenencia y el detalle. La complejidad de los tiempos actuales debe motivarnos a ser mejores, tanto en el mundo físico como el virtual. Lo retador, lo más difícil, suele ser también lo más hermoso.

Creo en el poder de la literatura y en la fuerza tremenda del arte, no solamente en galerías y escenarios; también en la vida cotidiana. Hay muchos versos en el esfuerzo diario, en la sonrisa de cada uno y en el afán de no rendirnos jamás, a pesar de los obstáculos.

La solidaridad, el afán de ayudar y el amor hacia la Patria son también partes de nuestra cultura. En las bellas artes, en lo popular, en las tradiciones, en el orgullo de ser cubanos y en la voluntad de conquistar lo aparentemente imposible radica la mayor plataforma descolonizadora a la que debemos aspirar como nación.

En un encuentro con jóvenes de diferentes sectores, alguien nos preguntaba: ¿qué debemos salvar de la cultura? Indudablemente la cultura es siempre la que nos salva. Ahí están las esencias, la energía, el espíritu desafiante, el afán de superar los retos, el propósito de enamorar. Ahí palpita también nuestra identidad como nación y pueblo.

Muchas felicidades a los homenajeados hoy. Muchas felicidades a todos los trabajadores de la Cultura. Que la belleza y el arte nos acompañen siempre.

Trabajadores de la Asociación Hermanos Saíz, Pabellón Cuba.