El duende de mis sueños
Por ERNESTO HERRERA PELEGRINO, colega de la Universidad
Desde pequeño buscaba tomar de la mano a la niña que mejor bailaba en el Círculo Infantil e inventaba cualquier excusa para estar cerca de ella. Luego, con la pañoleta azul alrededor de mi cuello, compartía mi merienda con cada compañerita nueva que llegaba al aula y que a mis ojos era bonita, por supuesto. Después me enamoré de una periodista de la televisión y era el primero en tomar asiento a la hora del noticiero.
Así transcurrieron mis años de infancia, con muchas novias, solo que ellas no lo sabían. Llegaron los tiempos de la Secundaria y el Pre Universitario y comencé a buscar al duende que le robó la ballesta a Guillermo Tell y había encajado sus flechas en Romeo, Florentino Ariza y mi compañero de clases, solo que ese “bicho juguetón” siempre se me escapaba de las manos. A veces me dejaba caminar junto a él, pero en la primera distracción, ahí mismo se perdía de nuevo.
No puedo negar que una vez lo encontré y estaba tan cansado de esconderse de mi, que llegó sin dificultades; por fin experimentaría lo que esos personajes de las grandes novelas, pero no, llegaron las tormentas; los chismes de duendes malsanos hicieron nido en nuestras cabezas y el duende recogió sus maletas y se largó.
Pensé que se iría para siempre. Confieso que lloré unas cuantas madrugadas, suplicándole, en vano, por su regreso. Imaginé que no viviría las locuras del amor, y hasta llegué a creer que solo era posible en las series coreanas. Pero un día apareció el milagro.
Hoy la tarde es gris y las mariposas no vuelan tras las azucenas, el perro ladra desesperado al viento y… “Hola mi amor, ¿Cómo estás?” –Dice ella tomándome la mano-. ¿Dije que la tarde es gris?….Era. Mi cerebro ha dejado de funcionar y creo que esta vez el duende volvió para quedarse.
Publicado el 10 de febrero de 2014 en Crónicas y etiquetado en amor, duende, sueños. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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