Adiós y bienvenida
Por YASEL TOLEDO GARNACHE
Los cubanos somos bailadores, alegres, familiares.
Cualquier día es propicio. Las madres, hermanos, amigos y
vecinos con sus chistes y sonrisas nos hacen felices. No
necesitamos alfombras de seda, ni platos de oro. Vivir
aquí nos basta. Así somos.
Cada 31 de diciembre existe un ambiente inusitado. El
aroma a cerdo asado, los tragos de ron y la música, que
transciende puertas y ventanas, significan celebración.
Es jornada de encuentros, remembranzas, abrazos,
atrevimientos. Fin y antesala de proyectos. Quizás,
algunos encontraron el amor ansiado en el 2012; otros,
seguirán buscando.
El año terminó, pero no los sueños. Del otro lado de la
puerta, está el 2013: comienzo o continuidad, amigo de
posibilidades, de nuevos riesgos.
Cada hombre es jinete de su destino, de sus anhelos. La
vida con pasión y control, con entusiasmo y esperanzas,
puede ser semilla de éxitos y alegrías en los próximos 12
meses y hasta la infinitud del tiempo.
Mirar atrás es bueno, para aprender de los errores y
vencer miedos; empero la verdadera fuente de logros y
bienestar radica en el presente y futuro.
En los límites de cada diciembre, el torbellino de
pasiones que cada quien alberga en su pecho crece y
transmite las brisas de la mañana o el encanto de la
noche. Los fuegos artificiales siempre están presentes en
el corazón de los soñadores.
El día 31 es frontera de dos lustros en una misma
existencia. Su encanto radica en disfrutarlo con
intensidad, y esperar al nuevo año en compañía de
familiares y amigos.
Publicado el 7 de enero de 2013 en Crónicas y etiquetado en amigos, cubanos, hermanos, madres. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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