Como fluir de aguas en el cuerpo deseado… (Poemas de Julio Ernesto Pineda)

El barco ebrio sigue en el mar de la creación. Esta vez, se aparta un poco de los famosos. El principal objetivo para seleccionar a tripulantes y puertos, ya lo dijimos, es la calidad literaria. ¿Quién sabe? Tal vez seamos los primeros en divulgar la obra de una futura personalidad de las letras cubanas y de toda América Latina. Julio Ernesto Pineda, poeta casi médico, es el protagonista de esta travesía. Él los invita. Nosotros los invitamos. El “tecleador” de los párrafos de hoy fue mi amigo Erian. Aquí les van. .
Por Erian Peña Pupo, colega de la Universidad de Holguín

El barco está realmente ebrio. Ya lo saben quienes han pasado por aquí. Esta vez llega a la ciudad de Matanzas, en el occidente de la Isla, para encontrarnos con la obra de un joven estudiante de Medicina: Julio Ernesto Pineda. Dos cosas tiene su poesía: calidad, como prometimos desde un inicio, y un atrevimiento desprejuiciado que conlleva a cierto desenfado lírico-erótico. Matanzas tiene una inmensa bahía, tan amplia que casi se traga la ciudad cubriéndola de azul marino. O la ciudad se la traga a ella en las noches bañándola de luces. Desde cualquier parte se puede ver el mar en su inmensidad toda, o en fragmentos igualmente abrasadores. Y esto es lo que más me gusta de allí. Agua del mar. Agua de ríos que bajan al mar. Puentes sobre los ríos. Aguas.
Y como agua que baja despacio por el cuerpo masculino es la poesía de Julio Ernesto Pineda. ¿O quién fluye es él?
¿Agua de mar? ¿Acaso agua de los ríos? No sabría ahora cual de ellas preferiría Julio Ernesto en el cuerpo de su amante. Porque esa sería una de las utilidades que el poeta le daría al agua: beberla despacio – no importa si es dulce o salada- en el cuerpo de su pareja. Cuerpo completamente desnudo y limpio (que no es sinónimo de puro) de su amante. O cuerpo sucio, por qué no. Pues la poesía no se salva de la humana suciedad del espíritu y la carne, que son en parte las mejores, y a la vez las más limpias.
Estos son poemas bastantes eróticos. Un erotismo sutil que no escatima imágenes fuertes, lo suficientemente fuertes como reales. Aclaro al lector no precavido: estos son poemas atrevidos, en otras épocas censurables. Bastante atrevidos. Imágenes donde el cuerpo masculino se convierte en eje conductor y el poeta anhela cada parte de ese cuerpo que sabe suyo o desea. Donde el sexo prevalece también sin cortapisas. Pero es un sexo desgarrado, casi brutal en lo expresivo, y aun así amante y suave, como la disposición de cada verso en el poema.
Poesía que en ocasiones recuerda parte de la tradición lírica matancera y nacional, los poemas igualmente eróticos de Antón Arrufat o Delfín Prats. O la lírica amatoria de Luis Yussef. Pero en estos poemas se encuentra cierto desborde, casi demencial, hacia lo erótico en primer plano, hacia lo más bello que tiene el cuerpo del hombre que desea el poeta. O lo más feo, pero que al poeta le resulta igualmente bello.
Aquí no hay miedo ni cuestionamientos. Asume su obra como se asume a sí mismo, sin arrepentimientos ni vuelta atrás. Es, repito, un poeta valiente por su sinceridad. Pero, ¿a qué tiene que temer la poesía?
Julio Ernesto asegura, como un verso de Walt Whitman, que tocar un cuerpo es algo que apenas puedo resistir. Y deja constancia de esto en su poesía. Él tampoco resiste el cuerpo que desea, pues más que atisbos de amor hay mucho deseo carnal y pasión.
Lírica y erótica su poesía. Tanto como un fluir de aguas, ya sean saladas o dulces, por el cuerpo deseado. Por el espejo-testamento del cuerpo deseado. Y a la par, una boca que intenta detener este fluir.
Un vaso con el tinto que hemos estado bebiendo
Un vaso con el tinto que hemos estado bebiendo.
Las telarañas del porta velas.
La flama encendida.
Tu cigarro quemando mis pulmones.
Los pregones del cebollero.
La cera corriendo por la botella.
Gerardo Alfonso y Giovanna saliendo del reproductor.
Yo en tus calzoncillos.
El sexo trunco.
Los deseos permanentes de que estés dentro de mí.
La certeza de que vivimos la mejor aventura de nuestras vidas, -no la primera o la última-
Pero definitivamente la mejor.
Estamos rodeados de lo que nos gusta.
Viviendo la vida que queremos para nosotros
De la mejor manera posible.

Erótico I

Persigo el semen como una extensión de tu propio cuerpo.
Lo bebo todo, sediento.
Transpiro orgasmos, que vienen y van en oleadas
-como el calor que nos hace desfallecer en las tardes más cálidas-. Siento entonces tu placer-o su fruto más directo- dentro de mí. Son escasos segundos que vivo en perfecto equilibrio con Dios. En armonía conmigo mismo y contigo.
Queda un fino hilo de deseo que –bien comprendido-
podría llevarnos a traspasar la lujuria que experimentamos.
Fuera, el mundo continúa sucediendo.

Testamento
Voy a morir con tu sexo atravesado en la garganta.
Ahogado por un trozo de carne humana en mi paladar.
Asesinado por el disparo mortal de tu revólver silente.
Así, cuando me encuentren
inerte en el suelo
bañado de sudor, sangre, semen,
con un chorro de blanca luz saliendo de mi boca
no me culparán de mi suerte.
Solo perseguirán el recuerdo de este loco.
Tratarán de borrarme
con vergüenza de mi estirpe,
mas no importa.
Si voy a tragar la muerte raída por tu lengua
sintiendo tu pecho, tu abdomen, tu ombligo
bajo mis uñas,
sucumbiré a la desgracia,
solo, pero complacido.

Minimal

I Tus olores
Más íntimos
Te ruborizan
A mí
Me atraen
Peligrosamente

IV
Me lanzas el salvavidas
y cortas
la cuerda
que
lo ata
al bote.

VIII
Salvas al león de la ignominia
y te agradece
clavando el colmillo
en tu entrepierna.

IX

Soy libre.
Siempre y cuando
no pretenda salirme
del perímetro
que se me ha asignado.

Todo termina en la máquina de escribir.

Es un acto de limpieza,
de purificar(me).
Es el ejercicio -casi carnal-,
automático,
de descubrirte,
de inventar(te).
No existes,
-o mejor-
solo existes
en las postrimerías del acto,
-mi acto-.
Te poseo.
Te estrangulo si quiero.
Te amordazo,
te alimento,
te niego.

Hasta la próxima. Recuerde que puede enviar colaboraciones a los correos erian-pena@fh.uho.edu.cu
yasel-toledo@fh.uho.edu.cu

Acerca de Yasel Toledo Garnache

Director de la revista cultural El Caimán Barbudo. Presidente nacional de la Asociación Hermanos Saíz. Fue subdirector editorial de la Agencia Cubana de Noticias. Es graduado del Centro Nacional de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, y Mejor Graduado Integral de la Universidad de Holguín (2014). Periodista, ensayista y narrador. Autor del libro Camino de herejías. En twitter: @yaseltoledoG. En Instagram: YaselToledoGarnache. En Youtube: Mira Joven (Cuba). E-mail:yasegarnache@gmail.com

Publicado el 16 de May de 2013 en De todo y etiquetado en . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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